Por motivo de salubridad laboral, convivo con mascarillas, guantes de látex y geles antisépticos, que suponen una barrera eficaz contra virus, bacterias y hongos, aunque nunca infalible. Ahora, he decidido añadir al ajuar una máscara de gas que suponga una barrera eficaz contra malos humos, confabulaciones, persecuciones, mentiras, vilipendios, desprecios y miseria humana, tampoco infalible. Si me reconoceís, no es que acabe de salir de una fiesta fetish, es que estoy currando.
Nunca me he sentido acosada, porque igual que carezco del gen de la envidia, carezco del sentimiento subjetivo que determina el sentimiento de acoso. Por eso, me ha costado mucho identificarles, pero están ahí, son ellos, han llegado: Acosadores y Hostigadores, en definitiva otros Depredadores más. Y, no sé de qué planeta vienen, pero proliferan como las cucarachas y, como a ellas, no les afecta ni la radiciación.
Tampoco les afectan los sentimientos de los demás, carecen de empatía por completo y de autopercepción, hasta el punto de que el Acosador ni siquiera sabe que acosa, para ellos eres un bulto más, previsiblemente utilizable en aras de sus propios intereses, dinero y poder, nada emocional, no hay sufrimiento en sus miradas, ni amor, ni siquiera amor por sus hijos. Tienen pedigrí, y han sido falsos acusadores de generación en generación, da igual delatar a hermanos, que vecinos, pobres o ricos, porque su inquina es tan despreciable que ni siquiera tienen la capacidad de establecer estrategia alguna, pero sobreviven y se transmutan gracias a ella. Están manchados de sangre y no tienen ninguna escala moral por la que puedan mínimamente percibirlo, ni no creerse sus propias mentiras. De noche, duermen tranquilos; de día escrutan, buscando víctimas a las que culpar de sus crímenes y derramar más sangre, generalmente para engordar sus bolsillos. Falsificadores de una realidad que no tienen capacidad de gestionar.
Tampoco les afectan los sentimientos de los demás, carecen de empatía por completo y de autopercepción, hasta el punto de que el Acosador ni siquiera sabe que acosa, para ellos eres un bulto más, previsiblemente utilizable en aras de sus propios intereses, dinero y poder, nada emocional, no hay sufrimiento en sus miradas, ni amor, ni siquiera amor por sus hijos. Tienen pedigrí, y han sido falsos acusadores de generación en generación, da igual delatar a hermanos, que vecinos, pobres o ricos, porque su inquina es tan despreciable que ni siquiera tienen la capacidad de establecer estrategia alguna, pero sobreviven y se transmutan gracias a ella. Están manchados de sangre y no tienen ninguna escala moral por la que puedan mínimamente percibirlo, ni no creerse sus propias mentiras. De noche, duermen tranquilos; de día escrutan, buscando víctimas a las que culpar de sus crímenes y derramar más sangre, generalmente para engordar sus bolsillos. Falsificadores de una realidad que no tienen capacidad de gestionar.
Son un desecho, pero se creen investidos de derechos. Por encima del bien y del mal, por encima de las propias leyes que ellos promulgan. Y así, ocupan sus holgados sillones, y gobiernan sus diminutos y paupérrimos feudos. Y su odio se incrusta en tus costillas.
Alguna vez fueron niños o adolescentes, pero se replicaron, ahora creen ser ellos, creen ser humanos, pero ya no les queda humanidad, sólo mentiras y más odio. En definitiva, son replicantes y procede su destrucción masiva.
Y, como la máscara de gas no es infalible, a ello he añadido un lanzallamas (mucho más útil y efectivo).
Y, como la máscara de gas no es infalible, a ello he añadido un lanzallamas (mucho más útil y efectivo).