8/12/08

ESTA ES LA HISTORIA DE UN HOMBRE

Le conocí hace muchos años, en aquellas primeras e intensas incursiones en el irc, que hoy prácticamente he abandonado y en las que de vez en cuando buceo con desgana y ociosidad. Él me aportó una grata amistad, que en ocasiones se entremezcló con trabajo por unirnos ambiciones comunes. Un día me dejó este relato, donde desnudó con valentía sus sentimientos y fantasias. Nunca llegó a ocurrir, porque nos conocimos sin reconocernos. Pero nuestra amistad fue entrañable. Gracias, allá donde sigas.

Y aquí estoy. Tratando de poner en orden los sucesos que me acontecieron hace no mucho tiempo, ayudado por una botella de Mauro, de uva variedad tempranillo 100%, la que mejor le va a mi estilo de escritura. Ya voy por la mitad de la botella y, para aquellos que les parezca cualquier cosa, les diré que se trata de un Mágnum, y este hecho me indica que lo que voy a relatar, me retuerce los hígados lo suficiente como para que aflore en estos momentos. Por lo tanto, o es importante o es morboso, o ambas cosas, y espero que sea esto último porque sería una pena tratar tan mal a este buen vino.

En fin, vamos allá. Soy un hombre casado un poco cansado de serlo, y que no cambia de posición por pereza, por falta de tiempo para proponérselo en serio y porque sería un lío. Y además, porque me procuro las satisfacciones que necesito sin necesidad de destruir una imagen que me ayuda profesionalmente. He de reconocerlo, soy un hombre de secretos, que mantiene en su corazón compartimentos estancos, y me gusta que sea así. Y soy lo suficientemente inteligente como para mantener siempre en la recamara una vía de escape. Me va bien, y además me gusta. ¿Que no soy sincero? Es posible. ¿Qué no soy honesto con los demás? Puede ser. Pero lo soy conmigo. Por lo menos hasta el punto que me conozco, porque día a día, encuentro terrenos inexplorados en mi, como el que me hizo descubrir la protagonista de mi relato.

Todo comenzó una de esas noches infinitas de insomnio frente a la pantalla del ordenador. Como por instinto, más que por casualidad, me metí en uno de esos chats de sexo, de los que se espera más de lo que se encuentra, y en los cuales se leen todo tipo de gilipolleces, cuando se lee algo, porque lo habitual es que solo aparezcan reclamos de adolescentes del tipo: “alguna piba que quiera un pollón inconmensurable. Soy un tío guapo, esbelto, cachas, simpático y doy sexo sin desmayo”, y eso, a mi, siempre me ha sonado a algo así como: “ Por lo que más queráis, alguna mujer que me preste su coño o me voy a despellejar la polla a pajas”. Es decir, sollozos de desesperados vestidos de un machismo dominante muy mal entendido y peor expresado.

Pero, ¿quién soy yo para juzgar a nadie?. El hecho es que, importándome poco los resultados, me decidí a abrir un privado con una “supuesta chica” (porque nunca se sabe) y le pregunté "¿te gusta que te humillen?". Obviamente, no esperaba respuesta, pero ¡he aquí que el destino quiso enseñarme una nueva carta de mi propia baraja! Y enseguida comprobé en la pantalla que había una escueta respuesta: “Claro”. En ese momento pensé, he echado el anzuelo y un pececillo ha picado. Lo que no sabía, y luego comprobé, es que en el mundo de la sumisión, el gusano que va en el anzuelo, es el Amo.

En un primer momento, quizá por timidez cibernética, me comporté de una manera tonta e impropia. Pero mi nueva ciber-amiga, mucho más lista que yo, me quitó la careta rápidamente y me hizo comprender que dentro de mi había un personaje, desdoblado en su presencia, que podía llegar a interesarle, siempre que fuera de verdad, y no una pose. Así que, no se si ella lo sabe, aunque supongo que lo intuye, para dominarla, primero tuve que rendirme. Y lo cierto es que, tal y como soy, este maremagnum de contradicciones, me sedujo al instante, y como era de esperar, comencé a desearla.

A través de los siguientes contactos vía ordenador, fui consiguiendo que se desnudara ante mi. Durante estas sesiones, se mostraba tímida, y más que una sumisa dulce, yo podía reconocer a una sumisa indolente a la que gracias a mis muchos esfuerzos, iba consiguiendo arrastrar a mi causa, que no era otra que mi propio placer personal.

Conseguí ganarme su confianza y acto seguido su respeto. No estaba dispuesta a arrastrarse por cualquiera, pero durante nuestra primera conversación, me gane el derecho a una segunda con más dosis de carácter dominante por mi parte, y tenia que aprovecharlo. Ella es una mujer muy deseable, y su mente y su forma de entender las relaciones y el sexo, la hacen más deseable aún. Comencé a obligarla a que me hiciera sentir que estaba a mi disposición. Al principio se hacía la olvidadiza, pero siempre accedió, y creo que tenía más que ver con provocar mi ira que con la propia desobediencia. Deseaba provocarme, sacarme de mi guarida, que me cabreara y que fuera a donde vivía y la diera treinta azotes en el culo para hacerla comprender que debía estar a mi completa disposición aunque estuviera a 1.000 kms de distancia. Estaba claro que esta partida de ajedrez se había empezado a jugar antes incluso de poner las piezas sobre el tablero. Debía pues, someterla más antes de dejarme ver, de dejarle sentir mi presencia, de dejarle sentir mi mano sobre su piel.

En sucesivas conversaciones traté de ir venciendo su resistencia en el punto que yo creí más fuerte, su timidez. Por lo tanto la obligué a que me relatara sus experiencias, lo que me ayudo, además a conocerla mejor. Así supe, por ejemplo, que en alguna ocasión la habían pegado hasta dejarla casi sin sentido y que otros Amos la habían cedido en un par de ocasiones para dar placer a desconocidos. Ir superando algunas de sus reservas me dio el paso a comenzar a exponer mis pretensiones "A no ser, le dije, que expresamente desee lo contrario, me correré siempre en tu boca. Y por supuesto te lo tragarás todo sin rechistar. ¿Supongo que en eso no hay ningún problema?" A lo que contestó "No, Señor. No hay ningún problema. Me tragaré todo su semen siempre que el Señor lo desee". A continuación "Como norma, después de correrme, me limpiaras la polla con la lengua hasta que yo te diga que lo dejes". A lo que contestó "Si, Señor, le lameré la polla todo el tiempo que guste. Señor, todo mi ser está a su disposición, y será un gran placer para mi lamer su polla cuanto guste y lo haré lo mejor que sepa. Pero si no consigo satisfacerle plenamente, asumo que deberé ser castigada por ello de la manera que el Señor considere más justa y no me corresponde a mi juzgar la dureza de su castigo". Me arriesgué mas "Como Señor tuyo, he de educarte para que respondas a mi plena satisfacción, y si para ello debo atarte y azotarte el culo, las tetas, los muslos y el coño lo haré. ¿Entendido?" A lo que contestó "Señor, entiendo que debo mejorar para satisfacerle, y le agradeceré todos sus esfuerzos para enseñarme. Asumo que seré azotada, humillada y castigada. Puesto que le pertenezco, como la perra que soy, cumpliré sus ordenes". Le dije "Eso espero, porque no quiero que olvides que me perteneces, eres mi puta, y como no te portes bien, te llevaré al garito más rastrero que encuentre, te pondré de rodillas y cobraré un euro por cada tío que quiera correrse en tu boca" A lo que contestó "Señor, soy su guarra, y si con ello siente placer, me comeré todas las pollas que el Señor me diga".

Llegados a este punto, decidí que era el momento de visitar a mi querida sumisa. Había logrado enganchar mi mente y deseaba pasar a un plano más físico, después de haber derribado las primeras murallas emocionales. Ella vive a unos 300 kms al norte de mi residencia, así que, aprovechando un viaje de negocios, la llamé "Estoy en tu ciudad, y quiero verte".

Me encantó la alegría con la que recibió mi llamada pero mantuve mi posición autoritaria. Decidimos ir a cenar y la ordené que se pusiera unas medias negras hasta el muslo, unas bragas negras lo más pequeñas posible pero sin llegar a tanga, sujetador negro, falda por encima de las rodillas y una blusa escotada.

Quedamos en que la recogería en la puerta de su casa, y cuando la vi aparecer me agrado mucho su aspecto. Cuando fue a abrir la puerta de coche para subir le impedí subirse y le dije que me mostrara que había cumplido mis ordenes. Le ordene que diera la vuelta al coche y se situó justo delante de mi puerta. Entonces bajé la ventanilla y le ordené que subiera su falda por delante. Cuando lo hizo pude observar sus bragas que apenas le tapaban el coño. Estuve unos segundos mirándola y luego saqué mi mano por la ventanilla y la metí entre sus muslos. En cuanto rocé sus labios vaginales note que se estaba humedeciendo. La hice darse la vuelta y subirse la falda por detrás, toqué su culo, y retirando un poco sus bragas pasé un dedo por su ano, lo que hizo que diera un respingo. Acto seguido, le ordene que subiera al coche.

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